Arquitectura

El patrimonio arquitectónico es una capital espiritual, cultural, económico y social con valores irremplazables. Cada generación da una interpretación diferente del pasado y extrae de él ideas nuevas. Cualquier disminución de este capital es tanto más un empobrecimiento por cuanto la pérdida de los valores acumulados no puede ser compensada ni siquiera por creaciones de alta calidad. Además, la necesidad de ahorrar recursos se impone en nuestra sociedad. Lejos de ser un lujo para la colectividad, la utilización de este patrimonio es una fuente de economía.

La arquitectura que de forma general caracteriza el centro histórico de la ciudad de Pinar del Río, posee valores muy singulares y es representativa de la idiosincrasia de los pinareños, portadora de una sencillez muy proporcionada que se descubre con la simple observación de su imagen. Aquí se agrupa la mayor riqueza y los mejores valores de una arquitectura muy simple pero de un marcado encanto que es expresión de sus etapas históricas y del modo de vida de sus pobladores.

En la ciudad de Pinar del Río no se encuentran grandes hitos arquitectónicos, aunque considerados al igual que su habitantes, posee una arquitectura patrimonial de interés histórico y cultural. La regularidad se debe a que igual que en la mayoría de los centros históricos de Cuba y del resto de los países del mundo, se localizan y concentran también, los edificios más emblemáticos, los de mayor importancia por su arquitectura y los monumentos locales declarados. Estos deben ser preservados y reanimados por su protagonismo en la imagen de esta ciudad con encanto pueblerino. Los exponentes del eclecticismo y el art-decó han dejado una impronta muy local sin dejar de tener en consideración edificaciones de las primeras etapas de la localidad. Las potencialidades de la arquitectura del centro histórico de Pinar del Río coinciden con otros muchos centros históricos que con características similares de arquitectura muy local, han alcanzado reconocimiento internacional.

Rezagada durante el tiempo, la arquitectura civil pinareña mantuvo su carácter primitivo, de modo que la casa urbana aparece como una derivación más evolucionada de la casa campesina. Aquella casi sin excepción, está precedida de un portal formado por columnas, trasunto de los postes de madera del bohío, y techado con tablas y tejas en sustitución de la cubierta de guano. Por excepción, hallamos en Pinar del Río, en la antigua Cárcel, un edificio precedido de un extenso portal de arquerías.

Antigua Cárcel: Actual Fábrica de Tabacos

Fabrica de tabacos

La presencia del portal tiene un importante papel, cuya recurrencia y reiteración, identificará la imagen cubana. En esta ciudad, este espacio la protagoniza, es su sello distintivo, su presencia es una regularidad de las ciudades cubanas, pero solo Pinar del Río la de portal la acompaña en su totalidad, en el centro histórico como galería de circulación pública de espacio abierto y techado, que se recorren de un lado al otro del mismo, sirve a su vez como elemento de transición entre el espacio interior de las instalaciones y el exterior.

Es de destacar, que a partir de la segunda mitad de la década del 1930 y hasta principios del 1960, la ciudad de Pinar del Río queda marcada profundamente por la obra del arquitecto Rogelio Pérez Cubillas, quien dotó a la capital pinareña de casi un centenar de edificaciones de peculiar interés arquitectónico, que son paradigma de la arquitectura pinareña del siglo XX, de las cuales el 80% son viviendas y el 20% edificaciones de servicios, sociales y administrativas. Dentro de las obras de Pérez Cubillas podemos mencionar, como más importantes, las edificaciones donde hoy se encuentran la Funeraria Monteserín, el Policlínico Pedro Borrás, el cine Pedro Saidén, entre otras. Todas las edificaciones proyectadas y construidas por este arquitecto, que legó una extensa obra a nuestra ciudad tienen un sello que las distingue de inmediato, con una gran influencia del estilo art – decó pero que mezclan elementos de la arquitectura colonial cubana y la arquitectura racionalista aportando un estilo muy pinareño.

Funeraria Monteserín

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Edificaciones que conservan casi íntegra su volumetría, hasta nuestros días, de indiscutible valor perceptivo en el centro histórico y en toda la comunidad, como la casa de Pedro Angelis 1843 (actualmente Galería de Arte), la Cárcel, 1859 (hoy Fábrica de Tabaco Francisco Donatien), el Ayuntamiento, 1892 (actual Museo Provincial de Historia), la Casa de Gobierno, 1850 (donde se ubica la Casa de Cultura Pedro Junco), la India –casa /almacén-, 1846 (actualmente Tienda de la Cadena TRD Caribe), la Catedral San Rosendo, 1883 y el teatro José Jacinto Milanés, 1886, son consideradas todas dentro de un grupo de construcciones como las más representativas y herencia directa del período colonial ,que además, llevan en sí el sello de la originalidad de la arquitectura pinareña decimonónica. Estas se mantuvieron invariables en un contexto cambiante donde el eclecticismo, en las primeras décadas del siglo XX, ganaba cada vez más terreno en todo el ambiente urbano, perfilando la imagen de la ciudad de Pinar del Río, dándole su identidad definitiva.

Catedral San Rosendo

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El eclecticismo define la mayoría de las edificaciones y este inclusive gravita sobre todo el espacio como exponentes de referencia estilística y de épocas diferentes. Las nuevas inserciones, que por lo general solo abarcaron las fachadas o las primeras crujías de las edificaciones, por sus puntales, volumetrías y soluciones espaciales combinan con la herencia construida y por tanto el panorama de la ciudad adquiere una configuración más estable. Las edificaciones se renuevan y construyen prácticamente con la misma disposición interna, permaneciendo las plantas heredadas de lo más tradicional de nuestra arquitectura neoclásica de la etapa colonial, mientras que las fachadas reciben un tratamiento especial y muy local, con la incorporación de pretenciosos elementos ornamentales.

Estas nuevas tendencias traían nuevas formas de expresión, complicados trabajos de herrería, zócalos de cerámica vidriada, petiles ornamentales, elaboración mayor en el cierre de los vanos y la apropiación de las galerías, espacios hasta entonces de uso colectivo que son seleccionados longitudinalmente por barandas y celosías, y separados del frente de calle por las mismas barreras, quedando convertidos en una extensión de la privacidad de la casa. Aunque en la principal arteria comercial, la calle José Martí, las galerías adoptan la funcionalidad de soportales bajo los cuales se produce la circulación peatonal corrida.

Portales de la Calle José Martí

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El Art Nouveau al llegar al contexto pinareño, se convirtió en una de las vertientes que enriquecieron el eclecticismo imperante en nuestra arquitectura local, beneficiado por la asimilación de nuevas técnicas constructivas, el incremento de las comunicaciones, y el aumento del capital financiero, notándose la insigne edificación del Hotel Comercio.

Las obras con mayor impronta en el paisaje urbano, por sus valores formales, ambientales y perceptivos, que podrían ser consideradas como principales exponentes de la arquitectura pinareña, se construyeron casi invariablemente en el primer tercio del siglo XX. Estos exponentes dignos de reseña son los conocido como: el Palacio Gustavo, 1909-1904 (desde 1932 hasta hoy Hotel Comercio, actualmente en restauración); la Colonia Española, 1909 (actual Palacio de Computación), Palacio Guash, 1909-1914 (hoy Museo de Ciencias Naturales), Audiencia, 1911 (aquí radica el Tribunal Provincial de lo Civil), Escuelas Pías, 1912 (hoy centro deportivo “Pepe Chepe”, en reconstrucción), Liceo Español, 1923 (Palacio de los Matrimonios), Hotel Porta, 1929 (hoy, Hotel Vueltabajo).

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